
Los funcionarios de ambos países viajaban a Washington para defender su caso, buscando frustrar los aranceles del 25 por ciento amenazados por Trump a los productos de Canadá y México, que según él no habían hecho lo suficiente para frenar el tráfico de fentanilo. Los emisarios mexicanos y canadienses dijeron a The Wall Street Journal que a veces tenían esperanzas de que las conversaciones estuvieran avanzando y que los asesores de Trump pudieran presentarle suficientes compromisos para otorgar indultos a dos de los mayores socios comerciales de Estados Unidos. Pero luego vino el golpe y después del golpe, Trump se paró ante el Congreso para presumirlo como un niño presume la cola de un perro al que ha lastimado.
Más deuda. Más impuestos. Más y más unidad y organización. Soltar el gasto para compensar el golpe de la potencia a la que somos dependientes y pensar que la siguiente será la década de entrega total con nuestro país. Más acuerdos de comercio internacionales y, al mismo tiempo, un mayor compromiso de autosuficiencia: consumir todo lo que la nación produce. Y es eso o prepararse para entregarle nuestras tierras a un movimiento político y racial que discrimina, que acosa, que ataca y traiciona: MAGA (“Make America Great Again”).
El párrafo anterior no habla de México, acaso no directamente. Habla de cómo se ve Canadá a sí mismo frente a Donald Trump en su segundo periodo y más allá: frente a un muy posible tercer periodo de Trump y a un movimiento, MAGA, que no se va a desinflar en cuatro años. Pero el caso canadiense, como las respuestas a la crisis que lo amenazan, comparten muchos rasgos con el mexicano. Al final, los dos países están lidiando con la misma bestia.
“Ahora debería estar claro para los canadienses que nos enfrentamos a una amenaza existencial de un Estados Unidos que ha adoptado el MAGA a fondo. En respuesta, Canadá debe adoptar el GIGA a fondo. Giga, por supuesto, significa ‘gigante’ en griego, y ese es el tamaño del esfuerzo necesario para proteger a Canadá. La respuesta gigantesca de Canadá a la amenaza MAGA significa que debemos gastar cientos de miles de millones de dólares durante la próxima década para que nuestro país siga siendo próspero y seguro. Esto implicará endeudamiento. Esto puede incluso implicar impuestos más altos. Pero no será insoportable, y a largo plazo la prosperidad e independencia que obtendremos de ese gasto valdrá la pena”, escribe hoy Patrick Leblond, un académico respetado en Canadá.
Gracias a su formación y experiencia en el ámbito empresarial, económico y de las relaciones internacionales, dice su ficha en la Universidad de Ottawa, Leblond se especializa en cuestiones relacionadas con la gobernanza económica global y la economía política internacional, y comparada, más específicamente en aquellas que abordan las finanzas internacionales, la integración económica internacional, y las relaciones entre empresas y gobiernos.
“No adoptar el GIGA tendrá un gran costo económico y político. Si no estamos dispuestos a gastar a lo grande y soñar a lo grande, entonces bien podríamos decir que sí a convertirnos en el estado número 51 ahora mismo y ahorrarnos el problema de fingir que luchamos. Estados Unidos se ha convertido ahora en la mayor amenaza para la prosperidad y la seguridad de Canadá (y del mundo)”, agrega en su ensayo.
“Y no nos engañemos pensando que todo esto terminará en cuatro años y que todo lo que tenemos que hacer es agacharnos hasta que pase la tormenta de Trump 2.0. El movimiento de Trump por un tercer mandato está en marcha. Incluso si Trump ya no es presidente en 2029, su administración, junto con Elon Musk y otros, están haciendo todo lo posible para garantizar que Estados Unidos todavía esté bajo el control de MAGA para entonces. Dada la geografía de nuestro país, no podemos aislarnos completamente de Estados Unidos, pero debemos hacer todo lo que esté a nuestro alcance para reducir la influencia que tiene Estados Unidos sobre nuestra economía y nuestra seguridad, y hacerlo rápido”, dice.
Leblond afirma que Canadá, cuya dependencia económica es muy parecida a la de México, “debe reducir la proporción de nuestras exportaciones totales que van a Estados Unidos del 75 al 50 por ciento, y hacer que la proporción del comercio interprovincial de Canadá sea igual a su comercio internacional (ahora es del 35 por ciento y el 65 por ciento, respectivamente) dentro de una década”.
“A eso, debemos añadir un quinto pilar, del que se habla menos: reducir nuestra dependencia de Estados Unidos para la infraestructura crítica. Deberíamos preocuparnos de que el tráfico de Internet de Canadá se enrute a través de los Estados Unidos. Lo mismo ocurre con el petróleo que viene del oeste de Canadá. ¿Y qué pasa con los servicios de telecomunicaciones por satélite en las regiones remotas del país que proporciona Starlink de Elon Musk?”, cuestiona, y luego dice que la respuesta “GIGA” significaría que los sectores público y privado de Canadá deben trabajar juntos para invertir masivamente y rápidamente para:
(1) Modernizar y ampliar las infraestructuras Este-Oeste de Canadá (energía, telecomunicaciones, finanzas, digital, transporte, etc.);
(2) lanzar nuevos emprendimientos comerciales que reduzcan nuestra dependencia económica de Estados Unidos;
(3) aumentar la investigación y el desarrollo para mejorar la innovación y la productividad;
(4) alentar y capacitar a las pequeñas y medianas empresas canadienses (PYME) para que hagan negocios internacionales más allá de Estados Unidos y apoyarlas en el proceso;
(5) mejorar y expandir nuestras capacidades de seguridad y defensa; y
(6) asociarnos con aliados liberales y democráticos amenazados de manera similar (por ejemplo, Australia, la Unión Europea, Japón, Corea del Sur, México, Nueva Zelanda, Gran Bretaña) para compartir ideas, tecnologías y recursos (físicos, financieros y humanos), así como para preservar el sistema internacional de leyes e instituciones que nos ha servido tan bien.
“Una estrategia de GIGA de este tipo requerirá cientos de miles de millones de dólares al año en inversiones durante la próxima década”, prevé.
The Economist dice en su portada esta mañana: “Mantenerse al día con las declaraciones de Donald Trump sobre los aranceles, desde los anuncios reales hasta las amenazas vagas, es una tarea vertiginosa. Un día está decidido a destruir la economía integrada de América del Norte; al siguiente, quiere apaciguar a los fabricantes de automóviles que dependen de ella. Cuando se trata de China, oscila entre imponer gravámenes cada vez mayores a sus productos e insinuar su deseo de alcanzar un acuerdo comercial gigantesco. En cuanto a otros países, habla de manera ominosa de aranceles grandes, pero aún no especificados, que pronto entrarán en vigor”.
Y The Wall Street Journal dice en un texto que ese camino ominoso, lleno de amenazas y desplantes groseros, continuará. El lunes, a pocas horas de que Trump impusiera aranceles a sus países vecinos y socios, el Primer Ministro canadiense, Justin Trudeau, intentó concertar una llamada con su homólogo estadounidense para negociar. Trump no respondió, dijo un funcionario del Gobierno canadiense al diario.
“No era la primera vez que Trump ignoraba diplomáticamente a los líderes de Canadá o México durante las semanas de conversaciones para evitar una guerra comercial en América del Norte. La Presidenta mexicana, Claudia Sheinbaum, dijo que también solicitó una llamada con Trump, pero no la obtuvo”, añade The Wall Street Journal.
Los funcionarios de ambos países viajaban a Washington para defender su caso, buscando frustrar los aranceles del 25 por ciento amenazados por Trump a los productos de Canadá y México, que según él no habían hecho lo suficiente para frenar el tráfico de fentanilo.
Los emisarios mexicanos y canadienses dijeron a The Wall Street Journal que a veces tenían esperanzas de que las conversaciones estuvieran avanzando y que los asesores de Trump pudieran presentarle suficientes compromisos para otorgar indultos a dos de los mayores socios comerciales de Estados Unidos. Pero luego vino el golpe y después del golpe, Trump se paró ante el Congreso para presumirlo como un niño presume la cola de un perro al que ha lastimado.
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